Los encuentros para fijar fidelidades no suelen transcender, por el interés común de las partes contratantes. A costa de qué se haga, es secundario. La incertidumbre paralizante nos acojona: Por dónde quedará el bienestar que pasará a medio estar o a cuarto estar.
Incontrovertible y sin vuelta de hoja histórica es el incierto porvenir. En esta época de refundación capitalista, tirando a financiera, nada está escrito. Pero esta masa humana catatónica que cree tener una visión de futuro se divide en: los que no tienen nada y por tanto nada que perder y pueden salir a la calle; los que algo tienen pero esperan lo peor y que no saben a qué lado tirar; después están los creyentes del dogma del todo poderoso capitalismo, como modelo persuasivo para sacar provecho de todo, en especial de la hegemonía gubernamental. Por último están los hijos de todos los sin futuro, que se sientan en las plazas para reconstruir idealmente este viejo sistema caduco y mortecino, que no garantiza nada, ni la libertad, ni la igualdad de oportunidades, ni la justicia, hoy agarrotada; y que acuñan la frase: “No somos antisistema, el sistema es anti nosotros”. Andamos todos desnortados, debemos reflexionar más.
Jesús Rocha